Nieve Roja by Kenneth Robeson

Nieve Roja by Kenneth Robeson

autor:Kenneth Robeson [Robeson, Kenneth]
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 2009-12-03T22:00:00+00:00


CAPÍTULO VIII

LA SENDA HACIA EL MISTERIO

Aunque Doc Savage, en el curso de su vida, se había visto en numerosas situaciones raras y peligrosas, quedóse como hipnotizado y con los ojos desorbitados por la incredulidad.

Pareció que a su alrededor cambiase el ambiente y Doc dio una vuelta sobre sí mismo, sin la seguridad de que le amenazase ningún peligro, pero temeroso de que pudiera presentarse, emprendió la fuga.

Entonces pudo ver sus propias huellas en el sendero enarenado, que se habían convertido en pequeños depósitos del rojizo polvo.

De pronto sopló una brisa algo más intensa y todo el suelo, hasta una profundidad de ocho o diez centímetros, fue arrastrado, convertido en polvo, ante los propios ojos de Doc.

Lo mismo sucedió con la hierba y el césped, así como con las ramas de los árboles, que se convirtieron en polvo de color rojo. Doc Savage echó a correr.

Pocas veces lo hacía, aun en los casos en que la fuga parecía ser lo más prudente, pero entonces huía de algo que, a pesar de sus extensos conocimientos, no llegaba a comprender.

Detúvose a cosa de cincuenta metros de distancia, para recobrar el dominio de sí mismo. Retrocedió un tanto y observó que el viento soplaba a ráfagas más violentas.

Pudo observar que se desprendía una rama de otro árbol y que se caía toda la copa de una palmera, con su carga de cocos verdes. Sin embargo, aquellas caídas no producían ningún ruido, porque al llegar al suelo eran ya una masa de polvo.

Doc Savage examinó cuidadosamente sus zapatos y pudo comprobar que se hallaban en buen estado. Luego siguió avanzando hacia el lugar en que había caído la Nieve Roja.

Un momento después pudo contemplar el lugar de la escena. Había allí un espacio absolutamente desnudo a pesar de que, pocos momentos antes, contenía algunos árboles y una acera.

Parecía como si aquel lugar hubiese sigo barrido por una columna de fuego semejante a las que, según los astrónomos, se desprenden de la esfera solar.

Pero tampoco es exacta esa comparación, porque el tal fuego habría quemado y carbonizado tales cosas y, desde luego, elevado la temperatura del ambiente.

De pronto, e inesperadamente, y Ham salieron de entre las matas en que estaban ocultos. Y la expresión de sus semblantes daba a entender que habían sido testigos de lo ocurrido.

-Al ver esa Nieve Roja-dijo Monk con voz ronca-, echamos a correr.

Doc Savage sintió un alivio extraordinario, como si se hubiese quitado un peso enorme de encima.

Inmediatamente empezó a trabajar tomando muestras del suelo, que guardó en unos sobres que, por casualidad, pudo encontrar en el bolsillo interior de su chaqueta.

-¿Pudisteis ver cuál fue la causa de esa caída de la nieve?-preguntó-. ¿Había algo en el aire por encima de vuestras cabezas?

-En todo caso, no pudimos verlo-exclamó Monk mientras Ham movía la cabeza en señal negativa.

Doc se guardó en el bolsillo las muestras de tierra, diciendo:

-Tal vez será útil que la analicemos en cuanto tengamos a nuestra disposición los aparatos que ha de enviar Pat.

-¿Y adónde habrá ido Beech?-preguntó Ham señalando con su bastón estoque.



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